Paulina Manríquez | Mozambique
¿CUÁLES SON LAS PRIMERAS IMPRESIONES DE SU LLEGADA AL NUEVO PAÍS?
DE LA VILLA FREI, ÑUÑOA A MAPUTO, MOZAMBIQUE.
Iniciado los años 80’, durante la crisis económica de Chile y luego del periodo de terror vivido en los 70’, mis padres junto a sus tres hijos de 13, 10 y 8 años, se impulsan en búsqueda de un lugar para vivir más acogedor, que su amado país.
Es así, como partimos en un largo viaje hacia el sur de África, a Maputo, Mozambique. País independizado de su colonia Portuguesa en 1975, que tiene frontera con Sudáfrica y que su gran costa es el Índico.
Yo tenía alrededor de 10 años y no sabía lo que era viajar más allá del litoral central en “Citroneta”, por lo que recuerdo esa sensación mezclada de temor y valentía al momento de partir, afortunadamente junto a mis padres, a lo desconocido.
Mi aproximación al continente africano se inició primeramente en Brasil. Ruta inevitable para llegar al destino. Variedad de colores y ritmos. Luego cruzamos el atlántico y aterrizamos en Johannesburgo, Sudáfrica. Ahí sí, estábamos en África. Pleno periodo de lucha contra el apartheid y con el Líder Nelson Mandela preso, se iniciaba mi historia en ese continente, con un pueblo noble y generoso.
Para llegar finalmente al destino, tomamos un pequeño avión de LAM (Líneas Aéreas Mozambicanas) No recuerdo bien el aterrizaje en Maputo, sino que mis primeros recuerdos están con la llegada y acogida de la Gran Familia de Agapito Santander, quienes llevaban unos años en Mozambique, luego de haber pasado su primer periodo de exilio en Francia.
Ellos nos vincularon con el resto de la Gran colonia Chilena, que existía por esas latitudes.
Un nudo en mi garganta, se mantuvo durante el primer periodo, producto de lo radical del cambio. Mantengo en mi memoria gráfica el olor a aceite de coco que existía en el ambiente y que con el pasar del tiempo ya era propio. También recuerdo el cantar de los grillos, los que eran mucho más salvajes que los tímidos grillos chilenos, las calles, geografía, construcción, gente, clima, vestimenta, costumbres, color, ritmo, despertar y caída del sol, todo nuevo y distinto.
Rápidamente iniciamos la rutina cotidiana y nos incorporamos a la vida escolar. “International School of Maputo” otro espacio radicalmente distinto a la escuela pública en periodos de dictadura “D-156” de Ñuñoa, con uniforme, brigadieres y la canción nacional todos los lunes, izando la bandera, de menor a mayor manteniendo un brazo de distancia uno de otro, con sus “nobles valientes soldados…..” , para encontrarse de golpe y porrazo en una escuela inglesa, con niños provenientes de todas partes del mundo, sin uniforme, con mesas grupales, con salas por ramo y con mi entrañable amiga Nadia Ivanova, con quien me mantengo en contacto a la distancia territorial, pero con la misma proximidad con la que nos unimos hace más de 30 años, y con quien soñamos reencontrarnos en algún momento de la vida y en alguna parte del mundo.
Cinco años aprox, fueron los que vivimos allá y muchas son las historias únicas que se dieron en ese periodo.
Los mejores “años nuevos”, los recuerdo allá con la gran colonia chilena, bailando hasta el amanecer todos los ritmos del mundo, cantando y celebrando los años nuevos por país.
Como señale anteriormente, la nobleza y generosidad de ese pueblo, hizo que muchos chilenos pasaran un largo periodo en ese país e incluso dejarán raíces.
Espero que este relato impulse, sino a mis hijos, a mis nietos o cualquier descendencia a retomar el contacto con esas latitudes del mundo.
Santiago de Chile, Enero 2014.
Ma. Paulina Manríquez Sánchez.